19 de noviembre: Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes

El abuso sexual es la forma más grave de maltrato de la que puede ser objeto una persona. Nuestra primera reacción frente al abuso sexual infantil es la incredulidad, la duda. No sólo nos resulta inadmisible, sino también impensable que alguien se excite, abuse, someta y amenace a un ser indefenso. Para defendernos del dolor que nos ocasiona pensar en el abuso sexual infantil, individualmente y como sociedad, el mecanismo siguiente que se pone en juego es la negación: No, «esto» no puede ser verdad. Lo primero que tenemos que hacer, es vencer nuestros prejuicios, esta resistencia individualmente y como sociedad para aceptar y reconocer que el abuso sexual infantil existe y es mucho más frecuente de lo que nos gustaría creer. Aceptar que ocurre en todos los niveles socio-económicos y culturales incluso en las «mejores» familias.

Pensamos que ocurre con más frecuencia en los niveles más pobres, menos educados, sin darnos cuenta de que estos sectores están más expuestos que los niveles medios y altos a la intervención de la comunidad y que esta es la razón por la se producen un mayor número de denuncias (hospitales, colegios públicos).

Paradójicamente las mejores condiciones socio-económicas lejos de garantizar la integridad de los chicos, los deja aún más desamparados, más vulnerables, porque el abuso sexual infantil se silencia.

El imaginario social nos hace creer que estos monstruos abusadores se pueden claramente identificar, que se diferencian mucho de nosotros, son los desconocidos, los extraños, los degenerados, los enfermos, los criminales, ex presidiarios, los abiertamente violentos, porque nos resulta inaceptable que sean «gente como uno».

Enseñamos a nuestros chicos a cuidarse de los desconocidos, de los extraños. Pero también les enseñamos a obedecer sin cuestionar y a ser cariñosos con los adultos de quienes dependen. Facilitándoles de este modo el camino a los abusadores. Lo primero que deberíamos enseñarles a nuestros hijos e hijas, es el respeto y la confianza en sí mismos, que su cuerpo es de ellos y a decir NO.

¡POR MÁS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES LIBRES DE ABUSOS!

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